PANTALLAZOS (CRÍTICAS DE BRAGATO Y PIERRE)

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jueves, 11 de julio de 2013

"TITANES DEL PACÍFICO", "EL CHEF" Y EL DOCUMENTAL SOBRE WOODY ALLEN, ENTRE LOS ESTRENOS JUEVES 11



JUEVES 11 DE JULIO DEL 2013.-
Hay cinco estrenos en salas comerciales, uno en una sala no comercial (Post Tenebras Lux), y,
Entre los comerciales hay dos documentales nacionales (Cirquera y Norita, Nora Cortiñas) y el documental sobre Woody Allen que es para sus fans.
TITANES DEL PACÍFICO (PACIFIC RIM)
De Guillermo del Toro, con Charlie Hunnam, Diego Klattenhoff, Idris Elba, Rinko Kikuchi, entre otros. Música de Ramin Djawadi. Duración: 131 minutos.

MUY BUENA, ALUCINANTE TANGUE POCHOCLERO
Guillermo del Toro es uno de los tres realizadores mexicanos que lograron afincarse en Hollywood gracias a la enorme creatividad, imaginación y capacidad que posee. Estamos frente al producto menos “Guillermo del Toro” que vimos porque se trata de un supertanque pochoclero, sin medias tintas.
La historia es simple y directa, no hay que pensar ni en historias del pasado ni en dioses paganos. Sí tener en cuenta que el realizador del Toro ha sido un aficionado de los héroes y monstruos japoneses (los Kaiju, traducidos por lo general como “monstruos”, siendo uno de los más famosos “Godzilla”). Inmediatamente sabemos que estamos en el 2020 y que los alienígenas surgen del fondo del océano Pacífico y van a acabar con la Humanidad. Aquí hay que detenerse y explicar que una de las teorías sobre los OVNI habla justamente de que los “aliens” ingresan por una puerta virtual ubicada sobre la zona Sur de nuestro país y que los avistajes de Ovni en la Patagonia surgiendo del océano Atlántico serían comunes para sus habitantes.
Estos kaiju, monstruos marinos de los que se hablaba en la antigüedad, destruyen las ciudades del hemisferio norte; San Francisco cae bajo el peso de los kaiju, por ejemplo, así como otras ciudades famosas. Por suerte, el Hemisferio Sur parece quedar fuera del juego. ¡Ni un mexicano nos tiene en cuenta!
La única manera de atacarlos es con los robots llamados jaegers que, de acuerdo a las explicaciones de del Toro, es un nombre alemán que significa “cazador” y que responde a muchas características de superaviones de la Segunda Guerra Mundial no utilizados.
Nada hay que no pertenezca a la realidad: desde la unión “neuronal” de los dos luchadores que ingresarán a los robots sumergibles ni sus improntas. Hay 9 “jaegers”, si bien cinco son los importantes: el americano se llama “gipsy danger”, el ruso es “Cherno Alfa”, el australiano es “striker Eureka”, el japonés es “coyote tango” y el chino, “crimson thyfoon”. La base de esta guerra sin parangón está en la Segunda Guerra Mundial.
La unión “neuronal” de los dos luchadores es también real si bien no como se la plantea: muchos “jets” de combate son sensibles a los mínimos movimientos de sus pilotos que con un gesto pueden maniobrarlos.
El título, “Pacific Rim” (“rim” es “borde”), significa “La costa del Pacífico” en cuyo interior están los alienígenas-kaiju dispuestos a hacer estallar el mundo. Y hacia allí van los “jaegers” que responden a la conocida “captura de movimientos”. Requiere de dos luchadores, ellos caminan y el robot camina como ellos, ellos lanzan una trompada al aire y el robot hace lo mismo. Las batallas submarinas son impresionantes, toda la tecnología existente está al servicio de estas luchas que son pavorosas. Y entretienen de principio a fin. Y de eso se trata este film: de batallas sin tregua, con algún asomo de espiritualidad en los ojos de la luchadora japonesa Rinko Kikuchi y del héroe que encarna Charlie Hunman. Pero no hay tratamiento especial sobre los personajes, desarrollo de los mismos, sino que cumplen una función que es la acción misma.
Nos queda una duda técnica: si se lanza en el corazón del Pacífico una bomba nuclear de una potencia hasta ahora desconocida para exterminar a los kaiju, ¿no es posible que buena parte del planeta estalle? Pero estamos en la ficción pergeñada por Guillermo del Toro que es extrema, alucinante, un tanque superior a los robots que creó. Cumplió el “sueño del pibe” a la perfección: unir a sus héroes de la infancia en una superproducción muy bien realizada. De allí a que todos sintamos empatía con la violencia que se ve hay un largo trecho.
Hay que resaltar el diseño de producción, el diseño de fotografía, el story board realizado, y el trabajo de sonido que es impactante. Para largar adrenalina a lo loco.
Elsa Bragato

EL CHEF (COMME UN CHEF)
Escrita y dirigida por Daniel Cohen. Con Jean Reno, Michael Youn, Raphaelle Agogué, entre otros. Música de Nicola Piovani. Duración: 84 minutos.
BUENA. DIGERIBLE COMEDIA SOBRE LA COCINA FRANCESA
Comedia sobre la alta cocina francesa que, a la proverbial calidad y refinamiento, el realizador Daniel Cohen le insufló ingenio, humor, diálogos actuales y ternura en los personajes. El che estelar Alexandre Vauclair (Jean Renó, estupendo actor todoterreno), conforma un dúo insospechado con Jacky Bonnot (Michael Youn), aficionado al arte culinario, autodidacta, joven y testarudo, que ambiciona ser superior a su jefe y depositario de su legado.
La química molecular es el tema principal que molesta sobremanera a Vauclair, un hombre con sus años y su experiencia a cuestas, pero de no aceptar este nuevo método podrá perder una estrella en la categoría que marca la “guía” de restoranes prestigiosos.
El film está situado en París, un lugar ideal para la cocina de paladar negro. Y el director pinta con dúctil mano la gama variada de colaboradores de todas las etnias. Se habla japonés, español, inglés.
La película tiene un ritmo continuo, sin quiebres, e incluye el toque tierno con el personaje de la bella Raphaelle Agogué, quien compone a la esposa del joven chef.
Como en muchas otras películas simpáticas y agradables, el dúo conformado por el chef y su aprendiz da sus frutos con el ritmo eficaz y divertido de la narración estableciendo una rápida empatía con el espectador que se aviene a degustar “virtualmente” las exquisiteces de la cocina francesa, cuyo slogan es “cocinar con amor”. Sin duda un regodeo para los ojos y el estómago, un despliegue visual muy atractivo logrado por Daniel Cohen que tiene el mérito de “golpear” el estómago en busca de algo exquisito. Sin ser la comedia por excelencia, es una buena muestra de un cine agradable, simpático, que nunca cae ni pesado ni mal…

Carlos Pierre