PANTALLAZOS (CRÍTICAS DE BRAGATO Y PIERRE)

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jueves, 14 de marzo de 2013

"ANNA KARENINA", "·ELENA" Y "PARKER", ESTRENOS JUEVES 14 MARZO




JUEVES 14 DE MARZO DEL 2013.-
Hay ocho estrenos. No comentamos “La nana” film chileno de Sebastián Silva ni la nacional “Villa” de Ezio Massa.
Y SI VIVIMOS TODOS JUNTOS?
De Stephane Robelin. Con Guy Bedoz, Geraldine Chaplin, Jane Fonda, Pierre Richard, entre otros. Música de Jean Philippe Verdin. Año 2011. Duración: 97 minutos.
BUENA. COMEDIA SOBRE LA ANCIANIDAD Y UN FUTURO DIGNO
En este film francés, ligero, simpático, se ha reunido a varias estrellas del cine europeo y norteamericano, septuagenarios, que asumieron sus roles con naturalidad: tienen más de 70 y no quieren ir a parar a un geriátrico. Sin duda, no es el caso de los actores en la vida real pero fueron capaces de asumir esos personajes dejando un mensaje social muy interesante y actual. El título nos describe claramente la idea del guión: irse a vivir juntos para ayudarse hasta el final. Un joven etnólogo se les une para estudiarlos. Pero los ancianos, más que proporcionarle materia para estudiar, le enseñarán que la vida digna siempre es posible.
Es otro film francés ligero, de ésos que están llegando a nuestras pantallas con mucho retraso de parte de las distribuidoras. Sin embargo, no ha perdido vigencia la idea del guión, que resulta agradable,  no cae en rispideces y nos muestra historias de vidas comunes a todos los mayores de cualquier parte del mundo.
Las actuaciones de Pierre Richard, aquel alto y rubio de hace 40 años, así como de Geraldine Chaplin y Jane Fonda, por mencionar a los más famosos, son verosímiles, sinceras. Un gran elenco para darle vida a personajes queribles. No es un film que marque tendencia, que tenga alguna secuencia notable por sobre otra. Hay un fluir de la narración muy bien logrado que la hace amena, digerible, simpática. Nada más que eso. El subtema es profundo: la ancianidad merece otro trato de parte de la sociedad. Y he aquí la cuestión, más allá del tono propuesto de comedia.
Elsa Bragato
ANNA KARENINA
De Joe Wright, con Keira Knightley, Jude Law, Aaron Taylor Johnson, Kelly Macdonald, Domhnall Gleeson, Alicia Vikander, entre otros. Música de Darío Marianelli. Duración: 130 minutos.
MUY BUENA. OSADA ADAPTACIÓN DE TOLSTOI CON RIQUEZA VISUAL Y NOTABLE SENTIDO ESTÉTICO
Anna Karenina fue la primera gran novela de León Tolstoi, publicada en 1877, inspirada en María Hartung, primogénita del padre de la literatura rusa Pushkin. La adaptación del libro es de Tom Stoppard (Shakespeare enamorado) y la heroína vuelve a ser Keira Knightley, quien ya trabajó para Joe Wright en “Orgullo y prejuicio” y “Expiación”, uno de sus títulos en castellano. Keira Knightley compone a Anna con enorme entrega.
El film retrata lo que quiso Tolstoi: la decadencia de la alta sociedad rusa envuelta en amoríos e infidelidades, en rigores absurdos y honores familiares a ultranza. Pero, como bien dicen los diálogos de Stoppard, “todo se trata del amor”.
Para dar una idea cabal de la descomposición de esa sociedad, tan capitalista como las actuales, Joe Wright ubicó la historia en un viejo teatro desde donde, con gran magia de la técnica y un artificio inusual en el cine, el escenario sirve como ventanal para la vida real en algunas secuencias, mientras que el auditorio, sin butacas, es un lujoso lugar para el vareo de los caballos de carrera. Dicho así se puede pensar que se asistirá a un invento cinematográfico poco real. Pero no. Es aquí el “quid” técnico del film: desde ese lugar cerrado se accede a la misma realidad, desde el escenario se abre el campo florecido o la ventanilla del tren donde Anna se escapa. Para el director Wright “la acción en un hermoso teatro en decadencia es una metáfora de la sociedad rusa de la época que se corrompía desde adentro”. Y lo emplea para determinadas secuencias sin que se afecte el realismo de la historia. Es novedoso y artístico.
Anna está casada con un funcionario, Alexei Alexandrovich Karenin (Jude Law), con quien tiene un hijo. Se enamora del conde Alexei Kirillovich Vronsky (Aaron Taylor-Johnson) y, luego de un amor escondido, decide abandonar su familia. Esta historia central de amor acapara el film aunque hay lugar para otros tipos de amores, como el de Kitty y Levin (Domhnall Gleeson y Alicia Vikander), que transita por carriles normales de rechazos y unión respectivamente. Aún en la aristocracia decadente rusa, la familia sigue siendo el pivot social, y los personajes lo dicen reiteradas veces.
Hay secuencias muy bien logradas como las escenas de amor de Keira Knightley y Aaron Taylor Johnson, donde la cámara toma una espalda, por ejemplo, y luego un rostro, pero no cae en la vulgaridad. Hay un concepto estético más que valorable en Joe Wright. Así como destacamos ésta, decimos que la secuencia del baile, donde Anna sellará su traición matrimonial, es excesivamente larga y produce tedio.
Más que un drama, es una tragedia en el sentido estricto aristotélico: el amor genera la vida y la muerte, sin cortapisas. Destacamos la reconstrucción de época, la notable banda sonora de Darío Marianelli, de gran envergadura con solos de violoncello, el sentido estético del film y esta travesura técnica y metafórica de iniciar la función en un teatro para saltar a la vida plena. Muy atractivo film.
Elsa Bragato

ELENA
De Andrey Zvyagintsev. Con Nadezha Markina, Andrey Smirnov, Igor Ogurtsov, entre otros. Música de Philip Glass. Duración: 109 minutos.
MUY BUENA. LA SUPERVIVENCIA POR SOBRE LA ÉTICA
El progreso actual implica una vuelta al primitivismo brutal, alejado de cualquier idea humanitaria como sería de esperar. El portentoso realizador Andrey Zvyagintsev (El regreso, 2003, ganador del León de Oro, Venecia) nos demuestra justamente esta idea que da origen a un guión fuerte, realista, con una protagonista, Elena.
Con un estilo veraz, parsimonioso en algunas secuencias, pleno, detenido en detalles pequeños, saca a escena a un matrimonio mayor, en segundas nupcias, donde el hogar está supeditado al buen pasar de su nuevo marido, un hombre frío, quien sojuzga a Elena, que es modesta y dócil, con el peso de su dinero. Elena aporta al matrimonio un hijo de una unión anterior. El realizador Zvyagintsev apunta entonces a la psicología del personaje, la mujer dominada, el poder del dinero, la falta de un verdadero amor, y la necesidad de asegurarse el futuro.
Hay dos secuencias importantes para que el espectador tenga en cuenta: el orden establecido, la aparente tranquilidad, se quiebra con un ataque nocturno de una pandilla a otra donde hay un despiadado salvajismo con la complicidad de la noche. La otra, la más trascendental, cuando el esposo sufre un infarto y Elena encuentra la oportunidad (que no se la contamos) para asegurar su futuro económico.
¿Por qué Elena quiebra códigos de vida, por qué aceptó la sumisión, por qué aún hoy las mujeres aceptan estar relegadas en la sociedad? Es decir, por qué aún existe tamaña desigualdad económica que invita a lo peor a los seres más desesperados por sobrevivir?
La música incidental de Philip Glass, machacona y efectiva, irrumpe en cada secuencia donde se hace necesario subrayar el primitivismo atávico del ser humano. Lo logra este gran compositor inglés a través del género musical que creó, el minimalismo, donde la reiteración de tonos se utilizan, en los films, para acentuar situaciones.
Estamos frente a un film riguroso e inquietante, que nos muestra una realidad muy vigente sobre la situación de las mujeres en las modernas sociedades del siglo XXI.
Carlos Pierre
PARKER
De Taylor Hackford. Con Jason Statham, Jennifer López, Nick Nolte, Michael Chiklis, entre otros. Música de David Buckley. Duración: 118 minutos.
BUENA. CATARATA DE ADRENALINA A PURA BALA
Jason Statham, actor inglés que actúa en los teatros de su país, es el ladrón audaz e implacable de accionar frío y meticuloso, encontrando un glamoroso escenario en la deslumbrante Palm Beach. El film es una catarata sin interrupción de pura adrenalina con los más sofisticados métodos delictivos que este ladrón, ávido de venganza hacia la banda que lo traicionó, emprende provocando ríos de sangre y balas.
El toque femenino lo aporta Jennifer López, más delgada que de costumbre, como la agente latina de bienes raíces que tiene un gran conocimiento de la zona. Es quien ayuda al protagonista a adquirir una casa, desde donde “Parker” se propone atrapar a la banda que ha venido desde Chicago.
Palm Beach resulta ideal, insuperable, como marco para este policial, por su entorno de lujosas embarcaciones y mansiones grandiosas. Todo fue aprovechado en plenitud por Taylor HAckford.
No hay calma, no hay un resquicio de tregua en la narración. El andar vertiginoso propio de los personajes que encarna Jason Statham en cine está presente y es, sin duda, el actor para la acción pura de estos tiempos.
El film no defrauda en su objetivo: acción de principio a fin. Jennifer López, más una heroína de edulcoradas comedias que actriz de peso, compone un personaje diferente, menos sensual y con mayor densidad actoral, todo un logro. La dupla Statham-López sorprende, se ajusta al guión policial y consolidan una dupla acertada para este género.
Carlos Pierre
MI NOVIO ES UN ZOMBIE (Warm Bodies)
De Jonathan LEvine. Con Nicholas Hoult, Teresa Palmr, John Jalkovich, Rob Corddry, entre otros. Música de Marco Beltrami y Buch Sanders. Duración: 98 minutos.
BUENA. ATREVIDO GIRO AMOROSO ENTRE UN ZOMBIE Y UNA BELLA JOVEN
El título en inglés del film, Warm Bodies, nos adelanta algo de lo que veremos: los zombies no son los mismos de antes. Jonathan Levine encara una historia de amor entre un zombie, “R” (Nicholas Hoult) y una joven humana, “Julie” (Teresa Palmer), con tinte netamente shakespiriano, incluida la famosa escena del balcón entre Romeo y Julieta.
Una plaga mundial convirtió a los seres humanos en muertos vivientes y solo un pequeño grupo puede sobrevivir, atrincherado, para no ser devorados por sus ex congéneres. El guión está basado en la novela de Isaac Marion y literalmente se cambian los vampiros por los zombies, seguramente con la idea de imponer una nueva saga.
“Warm bodies” nos habla del cambio de los zombies: hay uno, “R”, que tiene sangre “caliente”, su cuerpo tiene respuestas diferentes a las del resto de los muertos vivos. Y es aquí donde la historia se hace diferente: con acierto, el director combina el género “gore” con la historia de amor, siguiendo la huella de “Romeo y Julieta”. Las canciones juveniles, supervisadas por Alexandra Patsavas, contribuyen al atractivo de esta película, que tiene un público joven asegurado.
Es curioso ver cómo el corazón de “R”, el zombie, comienza a latir con fuerza, rojo y palpitante. Y, entre las feroces luchas entre zombies y humanos, surge la esperanza, la redención. Apocalíptica y plena de humor, la narración se desarrolla entre el horror y la desolación, entre barricadas y un deshabitado aeropuerto, en el que un solitario avión abandonado sirve de lugar de encuentro para los enamorados.
Terror y amor, canciones juveniles, un género inteligentemente trastocado, son los condimentos de este film diferente y atractivo.
Carlos Pierre
EN LA MIRA
De David Ayer. Con Jake Gyllenhall, Michael Peña, América Ferrera, entre otros. Música de Davidi S. Sardy. Duración: 108 minutos.
BUENA. INTENSO POLICIAL CON RIBETES PSICOLÓGICOS
Una patrulla policial, conformada por Brian Taylor (Jake Gyllenhaal) y Zavala (Michael Peña) recorren en móvil la zona del sur de Los Angeles, donde la precariedad está a la orden del día y está habitada por narcotraficantes y asesinos. A la manera de “Día de entrenamiento”, brutal y claustrofóbica y lo mejor en su género, “En la mira” apunta más a la psicología y la vida personal de los dos hombres afectados a patrullar un barrio marginal, plagado de peligros, aún conociendo a muchos de los dealers y hasta teniendo cierta familiaridad con ellos.
David Ayer hace “pivot” en los dos personajes centrales más que en el suburbio, al que tiene como marco de hechos que surgen imprevistamente y que obligan a los dos policías a actuar, desde derribar puertas hasta tirotearse, salvando sus vidas muchas veces de casualidad. Este anclaje en los dos protagonistas le permite a Ayer descubrir la relación de cada uno con sus sentimientos más caros: para Zavala, es la familia. En cambio, Brian duda todavía en casarse, si bien se enamora de una joven con la que empieza a planificar su futuro.
Por momentos, la felicidad de la vida cotidiana, de la rutina, parece ser el objetivo de la narración, saliéndose de los parámetros del policial. Sin embargo, una encerrona cambiará drásticamente el destino de los dos policías. Tal vez, la película debería haber terminado allí sin esa vuelta de tuerca que se suele dar en Hollywood para redondear y hacerlos menos densos. Éste era un film para un final denso, sin morigerar el dramatismo. De allí nuestra calificación de buena y no muy buena.
Las actuaciones de Jake Gyllenhall y Michael Peña son excelentes, nadie puede dudar de que estamos frente a dos policías de la calle, que patrullan exponiéndose a todos los peligros. En algo, falla la narración por ese giro hacia la psicología de los personajes que le da. No está mal pero alarga demasiado, por ejemplo, la secuencia del compromiso de Brian. Tal vez en oposición al dramatismo que poco después se vivirá. No obstante, es casi un quiebre del guión. El desenlace nos pareció excelente. El final, muy de Hollywood.
Para destacar: la técnica empleada que hace un mix entre la cámara del director y la cámara de video casera con la que Bryan graba cada paso que da en su vida profesional y privada. De todas maneras, no siempre queda en claro quién es el que filma, lo que complica un poco la narración.
Elsa Bragato